miércoles, 29 de junio de 2016

El paternalismo: un disfraz de “ayuda” del Estado costarricense

Por M° Fernanda López, Mónica Madrigal, Meliza Quirós  
Actualmente nos enfrentamos a políticas que, más allá de ayudar, cubren las necesidades de las personas de una manera “paternalista” y efímera, limitando la capacidad de desarrollar autonomía en la población involucrada. Inicialmente, entiéndase paternalismo, en palabras de Díaz (1993), como “la interferencia en la libertad de acción de una persona justificada por razones que se refieren exclusivamente al bienestar, al bien, a la felicidad, a las necesidades, a los intereses o a los valores de la persona coaccionada” (pp.74-75). En este sentido, la persona recibe dicha ayuda, pero igualmente se limita su libertad, a cambio de un supuesto bienestar y la cobertura de sus necesidades.
Por su parte, Bobbio y Matteucci (1982), definen al paternalismo como “una política social, tendiente al bienestar de los ciudadanos y del pueblo, que excluye la directa participación de los mismos: es una política autoritaria y al mismo tiempo benévola, una actividad asistencial para el pueblo, ejercida desde arriba, con métodos puramente administrativos” (pp.1193-1194). Con esta definición se puede observar como el paternalismo no brinda las herramientas para solucionar los problemas, sino que únicamente “asiste” desde arriba (altos jerarcas) al pueblo. Además, al limitar la libertad, el paternalismo se convierte en un sistema que fomenta la dinámica oprimidos-opresores.
Entonces, la población costarricense se ve coaccionada por el Estado, como una forma de protección ante las amenazas que sufre el pueblo, pero que, al fin y al cabo, no ofrecen una real solución a las necesidades e interés de las personas que habitan y pertenecen al territorio nacional, sino que, disfrazadas de soluciones, se brindan alternativas que buscan un alcance de beneficios propios por parte de las personas ubicadas al frente de nuestra sociedad (el presidente y su gabinete, así como el resto de representantes de los partidos), esto en temas de economía, social y educación, mediante el manejo del eslogan de ser una democracia que nos hace ser el país más feliz del mundo... Mas, en realidad qué significa democracia. No es sencillamente una representatividad por parte de los altos mandos, esta se refiere a una participación activa de todos sus miembros, donde, aunque sea por consenso, cada persona tiene voz y voto ante las decisiones que nos involucran como comunidad.
Vale cuestionarse cómo se cubren (no solucionan) las necesidades inmediatas de las personas que están expuestas a la intervención paternalista, pues muchas de ellas se hacen desde una visión externa y no indagando cuáles son las verdaderas carencias de los individuos. Así, “el descubrimiento de las necesidades humanas fundamentales de la mayoría de la población es un proceso trabajoso y complejo: no existe ningún modelo educativo que ayude a esas comunidades a descubrir sus necesidades” (Carmen, 2004, p.90). La creación del conocimiento, en este sentido, debe dirigirse a ayudar a las personas a involucrarse en el descubrimiento de sus necesidades y, por ende, buscar posibles soluciones a dichas carencias, no únicamente recibir la ayuda estatal; que las personas participen de manera activa y crítica, que cuestionen su realidad y partiendo de ahí, que puedan detectar cuáles son sus verdaderas necesidades.
Así, desde el ámbito educativo, se siguen una serie de programas y planes de estudio, en jardines infantiles, escuela y colegios, por medio de los cuales se demanda mantener a la población en un nivel donde puedan hacernos encajar en su forma de ver el mundo, con una criticidad sumamente limitada, para evitar “salirnos del canasto” y no coincidir con sus ideales, y de esta forma con su sistema paternalista.
La educación puede ser una herramienta de doble filo en este sentido. Por un lado, puede fortalecer la idea de asumir al paternalismo y la asistencia como algo bueno, que únicamente pretende colaborar con las necesidades de los seres humanos, y justificar el hecho de la sumisión a las políticas impuestas desde arriba. Por otro lado, puede ser una forma de quebrantar tal modelo, liberar a las personas y enseñarlas a ser críticas, a empoderarse y apropiarse de sus saberes y capacidades, creando soluciones para ellos y la comunidad.
Referencias bibliográficas
Bobbio, N. y Matteucci, N. (1982). Diccionario de política.  Madrid: Siglo XXI.
Carmen, R. (2004). “Desarrollo autónomo. Humanizar el paisaje: una incursión en el pensamiento y las prácticas radicales. Costa Rica: EUNA.

Díaz, G. (1993). Autonomía y paternalismo. Murcia: Universidad de Castilla-La Mancha.

martes, 21 de junio de 2016

¿Oprimidos-Opresores?

Por M° Fernanda López, Mónica Madrigal, Meliza Quirós
Oprimidos cuando…
No somos libres, nos dicen qué hacer, nos dicen cómo actuar, callan nuestra voz, no nos escuchan, se nos aísla de la realidad, se nos educa para obedecer, nos educan para consumir, se nos impone un “destino”, se nos niega la oportunidad de ser, se nos niega la oportunidad de amar, se nos niega la expresión de nuestros sentimientos, se nos niega la oportunidad de tomar nuestras propias decisiones, se nos enseña a odiar a los (as) demás y a nosotros (as) mismos (as).
Opresores cuando…
Creemos saber lo que es mejor para las otras personas, sin consultarles, nos creemos mejores o superiores que los (as) demás, imponemos nuestras acciones, imponemos nuestras ideas, luchamos en contra de los derechos de las personas.
No existe un solo día en el que no estemos bajo esta dinámica opresores-oprimidos, incluso desde antes de nuestro nacimiento ya la posición que ocuparíamos en este mundo estaba dibujada. Las expectativas que nuestros padres/madres tenían de nosotros (as) definitivamente se vieron permeadas por hechos como: su condición económica, si eran profesionales o no, el lugar en el que habitaban, entre otros.
No es lo mismo nacer en una familia clase media, en una familia adinerada, o en una familia que habita en una zona “atención prioritaria”. No es lo mismo ir a una escuela privada que ir a una escuela pública. Y no por tener acceso a la “educación” significa que todas las personas van a tener las mismas posibilidades a nivel académico, o en la vida en general.
La educación es una práctica de dominación, que responde a intereses claros. Se está educando a los (as) niños (as), principalmente a aquellos (as) que asisten a centros educativos públicos, para vivir una vida de opresión. De acuerdo con Najmanovich, la configuración vincular asimétrica entre estudiante-docente, no tiene que ver con otra cosa que con un sentido adultocéntrico, donde el estudiantado viene siendo un “consumidor pasivo o un mero receptáculo” (2015, p.24), en lugar de sujeto (a) productor (a).
Freire (s.f) en concordancia con lo anterior menciona: “…la narración los transforma en “vasijas”, en recipientes que deben ser “llenados” por el educador. Cuando más vaya llenando los recipientes con sus “depósitos”, tanto mejor educador será. Cuanto más se dejen “llenar” dócilmente, tanto mejor educandos serán (p.51).
En el Estado de la Educación (2015) se señala cómo la evaluación continúa basándose en exámenes que intentan medir el conocimiento que poseen las (os) estudiantes sobre los contenidos curriculares, sin fomentar habilidades como el análisis, el trabajo en equipo, la comunicación, entre otras.
Es decir, se nos forma como sujetos acríticos, ya que no es negocio formar personas que discutan contra el sistema, el cuestionamiento se rechaza porque irrumpe con la estabilidad imperante.
Vygotski desde los años 30 criticaba estas dinámicas, y las reconocía como vicios de la educación, para él, el hecho de que la figura docente expusiera un tema a los estudiantes sobre cual debían desarrollar copias fieles, era un claro ejemplo de cómo guiar el aprendizaje de forma errónea, y explicaba que el problema radica en el que los temas abordados resultan ajenos a la situación social de desarrollo de los (as) estudiantes, al no despertar su imaginación ni sus sentimientos (Rodríguez, 2010).
¿Pero por qué será que la educación está tan desligada de la realidad de los (as) niños (as) y jóvenes costarricenses? Una posible respuesta se puede encontrar en las palabras de  la actual Ministra de Educación, Sonia Marta Mora,  quien en abril del presente año mencionaba muy orgullosa: “Nuestras orientaciones estratégicas tienen como columna vertebral temas fundamentales de la agenda internacional, lo que reafirma el trabajo que estamos desarrollando desde el Ministerio de Educación Pública” (https://www.facebook.com/Sonia-Marta-Mora-708847695846233/?fref=ts).
En nuestro país la realidad se esconde, lo que es considerado “malo” se aparta, se margina. En lugares como Metrópolis, San Juan y Loma Linda de Pavas, por ejemplo, las personas se encuentran atrapadas, atrapadas entre el abandono de un país y las drogas. “Tierra de nadie” dicen algunos (as), pero ¿cómo llegó a convertirse este lugar en una zona de narcotráfico? ¿acaso esas personas son “nadie”?
Pues no, resulta que son víctimas de un sistema desigual, a las cuales la droga todos los días arrebata vidas de seres amados, porque más allá de ser “delincuentes” o vendedores de droga o “drogadictos” son seres humanos, madres, padres, tíos (as), hermanos(as), hijos(as), sobrinos (as).
Además, existen en estos tres lugares muchas personas que tan solo desean un lugar tranquilo en el cual poder vivir, una noche de descanso sin miedo a que sus hijos (as) vayan a morir por una bala perdida, una oportunidad para que sus hijos (as) puedan terminar sus estudios y alejarse de las drogas.
Se les ha despojado de toda oportunidad, se les segrega, se les ignora, esta es una realidad escondida, aquella que no los medios de comunicación casualmente deciden no mostrar, una realidad de la que nadie habla; porque lo que no se menciona no existe, no se conoce.
Al caer en la otredad, y depositar en estas personas todo aquello que no queremos, se cae en lo expuesto por Galeano (1998):
En un mundo que prefiere la seguridad a la justicia, hay cada vez más gente que aplaude el sacrificio de la justicia en los altares de la seguridad. En las calles de las ciudades, se celebran las ceremonias. Cada vez que un delincuente cae acribillado, la sociedad siente alivio ante la enfermedad que la acosa. La muerte de cada malviviente surte efectos farmacéuticos sobre los bien-vivientes.
Con actos como estos nos estamos olvidando de quiénes realmente son los oprimidos, y quiénes los opresores. No basta con castigar a una persona, el problema no cambiará a menos de que se aborde desde su origen.
¿Pero cómo visibilizar esta situación? ¿Cómo realizar acciones que realmente generen un impacto positivo? Porque como dice Freire (s.f) no basta con darse cuenta de la situación opresor-oprimido, no basta con quedarse ahí, se debe recurrir a la acción. La solución que él propone, es una pedagogía crítica, pero en la actualidad los(as) docentes no cuentan con esta formación.
Una docente en una escuela en Tirrases, otra zona de “atención prioritaria”, decía: “pero si son todos unos criminales, aquí la vida de uno corre peligro” haciendo referencia a los adolescentes de la comunidad, y sobre las niñas de sexto grado afirmaba sin ninguna duda: “pero sí ya es una moda salir embarazada en sexto grado”; depositando de esta manera toda la responsabilidad sobre estas niñas, perdiendo de vista las verdaderas causas de esta problemática, entre estas el abuso sexual y además, convirtiéndose en opresora de sus estudiantes.
Este tema es muy amplio, y queda mucha discusión por delante, sin embargo, este es un intento de develar esa realidad, de nombrarla.
Finalmente, vale la pena cerrar esta reflexión, con algunas interrogantes que surgen a partir del significado que Freire (s.f) le otorga a la liberación. Para él, liberarse significa que no se es ni opresor ni oprimido y explica que “es un parto doloroso” (p.29).
¿Acaso no es dolorosa la realidad?
¿Quién es 100% libre?
¿Será posible llegar a ser completamente libre?


Referencias Bibliográficas
Estado de la Nación. (2015). Quinto Estado de la educación en Costa Rica. Recuperado de: http://www.estadonacion.or.cr/educacion2015/
Freire, P. (s.f). Pedagogía del Oprimido.
Galeano, E. (1998). Patas Arriba: La escuela del mundo al revés. Madrid: Siglo XXI España Editores, S. A.
Mora, S. (2016, abril 21). Educación CELAC. [Actualización de estado de Facebook]. Recuperado de https://www.facebook.com/Sonia-Marta-Mora-708847695846233/?fref=ts
Najmanovich, D. (2015). El cambio educativo: del control disciplinario al encuentro comunitario. Recuperado de: https://www.dropbox.com/s/bczq6lbw6482uri/Libro%20completo_La%20transformaci%C3%B3n%20educativa-%20Entregado.pdf?dl=0

martes, 14 de junio de 2016

Relevancia de los saberes propios en la Educación No Formal

Por M° Fernanda López, Mónica Madrigal, Meliza Quirós  
A través de la historia, se ha tendido a pensar que el conocimiento se construye únicamente de manera científica, utilizando un método y técnicas que verifiquen la veracidad de lo que se está creando, excluyendo los saberes propios, aquellos que son inherentes al crecimiento social de cada individuo, y que se adquieren conforme interactúan con el contexto y los demás seres que se encuentran en él. Este tipo de conocimiento es parte de la vida de cada individuo; por lo tanto, en palabras de Fourez (2008), “la epistemología es también, para cada uno, una reflexión sobre su propia vida y sobre nuestra vida: están en juego cuestiones sobre la existencia y su razón de ser” (p. 11). Esta reflexión implica la visión de mundo de cada persona y su interacción con éste; también es un proceso constante, que inicia desde que nace.
Teniendo claro que las personas participan en la construcción de su propio conocimiento (y también en el de los demás), se puede hablar del socioconstructivismo. Así, la teoría del socioconstructivismo se enfoca en una “visión constructivista¸ es decir, una aproximación que pone el acento sobre el hecho de que cada individuo se construye sus representaciones del mundo” (Glasersfeld, 1985; Larochelle y Bernard, 1994; citado por Fourez, 2008, p.17). Efectivamente, tal como se expuso en el párrafo anterior, todas las personas participan en la creación del conocimiento y, por ende, en la de su visión acerca del mundo. Sin embargo, esta construcción no la lleva acabo solo o sola, sino que es producto de un proceso gradual de una constante interacción. De esta manera, se hace referencia a la “visión pedagógica que concede importancia a las interacciones sociales que condicionan cómo se construyen los conocimientos individuales sobre el mundo” (Larochelle y Désautels, 1992; citado por Fourez, 2008, p.17). Las personas aprenden en colectividad, intercambiando saberes unos con otros.
Ahora bien, para la Educación No Formal, la cual se define, de manera general, como “todos aquellos procesos formativos que, explicando su intención y organización educativa, están fuera del sistema educativo formal (…) y que existe en toda la historia del desarrollo del conocimiento humano” (Lamata y Domínguez, 2003, p.47), es de gran importancia los procesos socioconstructivos que los seres humanos realizan previamente. Se puede observar que la Educación No Formal toma en cuenta “el desarrollo del conocimiento humano,” es decir, no omite todos los aprendizajes que el individuo haya adquirido, ya sea en el sistema formal o informal.[1]
La Educación No Formal pretende contribuir en la construcción y reconstrucción de los conocimientos, validando que éstos son sumamente importantes para las personas. Así, se toma en cuenta “esa visión integral que implica la superación del sesgo epistemológico que reside en la concepción hegemónica de la educación focalizada solamente en la escuela (…)” (Sirvent et al, 2006, p.8). La Educación Formal puede contribuir, como lo ha hecho hasta ahora, en la adquisición de los conocimientos, pero, en muchas ocasiones, suele ser sumamente limitada. Ante ello, la Educación No Formal suele ser más flexible, dinámica y novedosa en cuanto a los temas que se desean trabajar.
Por otro lado, la Educación No Formal, se inclina por el diálogo y la escucha de esos saberes a los que nos hemos referido anteriormente. Sin esos conocimientos, la Educación No Formal no tendría razón para trabajar con comunidades o las diversas poblaciones que acoge en su quehacer. Al respecto menciona Orozco (2011), citando a Freire, que
la alfabetización, crítica y dialógica consiste en la capacidad de interrogar, la vida y las experiencias de las personas, de tocar sus almas y sus mentes, una  educación que no incluya el universo de las palabras de la gente, de las mayorías, y que excluya más que incluya a los desfavorecidos, es una educación extensionista, irrelevante, antidialógica, y acrítica. (p. 81)
En concordancia, la Educación No Formal debe tomar en cuenta “la vida y experiencia de las personas”, pues ésta nutre los conocimientos que se construyen entre todos. Además, debe considerar la trascendencia de estos conocimientos para entender las dinámicas y visiones de mundo del lugar donde se lleva a cabo el proyecto.
En síntesis, la Educación No Formal releva la perspectiva socioconstructivista de la epistemología. Considera una visión integradora que reflexiona sobre la creación de todos los factores que afectan el contexto y el imaginario del ser humano en comunidad: elementos sociales, políticos, culturales, económicos, entre otros. Todos estos elementos nutrirán la búsqueda de soluciones a nivel colectivo y el intercambio de conocimientos entre todos los individuos.
Referencias Bibliográficas
Fourez, G. (2008). Cómo se elabora el conocimiento. Madrid: Narcea Ediciones.
Lamata, R. y Domínguez, R. (Coord.) (2003). La construcción de procesos formativos en educación no formal. Madrid: Narcea Ediciones.
Orozco, B. (2011). “Pensamiento crítico y educación: reflexión sobre ciertos sentidos del lenguaje educativo actual.” Investigación, Reflexión y Acción de la Realidad Socio-Educativa de Principios del Siglo XXI. Internacional de Investigación Educativa. San José, Costa Rica.
Sirvent, M. T; Toubes, A.; Santos, H.; Llosa, S. y Lomagno C. (2006). “Revisión del concepto de Educación No Formal” Cuadernos de Cátedra de Educación No Formal – OPFYL. Facultad de Filosofía y Letras UBA, Buenos Aires.





[1] Véase definiciones de Educación Formal e Informal en Luján, M. (2010). La administración de la educación no formal aplicada a las organizaciones sociales: Aproximaciones teórico-prácticas. Educación, 34(1), p.102

martes, 7 de junio de 2016

El feminismo en la educación no formal

En primer lugar, antes de ahondar más en este eje temático, es necesario esclarecer al lector los dos conceptos básicos que buscamos contraponer:
- Feminismo: es una teoría que “se ha configurado como un marco de interpretación de la realidad que visibiliza al género como una estructura de poder” (Cobo, 2005, p. 254)
-  Educación no formal:
La educación no formal es una disciplina aplicada al campo de los procesos socioeducativos; su ámbito de acción implica diseñar, organizar, ejecutar y evaluar actividades educativas con el propósito de mejorar las condiciones de vida de diversos grupos humanos, mediante procedimientos participativos promotores de transformaciones individuales y colectivas. Esto para satisfacer las necesidades materiales, recreativas, intelectuales y culturales. (Luján, 2010, p.1)
Otros conceptos, que consideramos importantes, para este planteamiento, los expone Vasquez (1998), citado por Lujan (2010), en lo siguiente:
Educación informal tiene aquí el sentido de un proceso que dura toda la vida y en el que las personas adquieren y acumulan conocimientos, habilidades, actitudes y modos de discernimiento mediante las experiencias diarias y su relación con el medio ambiente.
Educación formal es, naturalmente, el “sistema educativo” altamente institucionalizado, cronológicamente graduado y jerárquicamente estructurado que se extiende desde los primeros años de la escuela primaria hasta los últimos años de la universidad. (P.2)
Ahora bien, con estas definiciones primordiales en claro, procedemos a realizarnos la siguiente pregunta:
¿Es posible que el feminismo deba y pueda introducirse a la cultura social, política e histórica a través de la educación no formal, o resulta más factible que se introduzca por medio de la informal o formal?

Ante este cuestionamiento, no vamos a lograr responderlo de una sola forma ni, mucho menos, absoluta; ya que cada respuesta se va a ver afectada por la concepción de mundo de cada ser, dentro de lo cual se incluye las definiciones propias de los ejes centrales de esta discusión. Cada ser humano está inmerso en un contexto, en el cual ha crecido e interactúa constantemente, y determina muchas de sus acciones, creando tales concepciones.
Entonces, para nosotros el feminismo en teoría debería ser un eje transversal, que no puede estar desligado de la educación en sí, pero que puede darse un acercamiento a lo mismo desde una perspectiva de Educación No Formal, con una inserción directa a la sociedad, mas de una forma indirecta e implícita desde todos los sectores de la sociedad. Ante ello, todo trabajo que se realice desde la Educación No Formal, planificado, ejecutado y evaluado, debe estar inmerso en el pensamiento crítico, a través de los procesos socio-educativos, dirigido hacia la transformación de la sociedad, como parte de una construcción conjunta de todos los involucrados e, inclusive, deconstruyendo los conocimientos previos que había adquirido a través de su crecimiento.


Texto recomendado: Barffusón, R., Revilla, J. y Carrillo, C. (julio-diciembre, 2010). Aportes feministas a la educación. Enseñanza e investigación en Psicología. 15(2), 357-376. En www.cneip.org/documentos/revista/CNEIP_15_2/Rene-Barffuson.pdf

Referencias Bibliográficas
Cobo, R. (2005). El género en las ciencias sociales. Cuadernos de Trabajo Social. 18, 249-258
Luján, M. (2010). La administración de la educación no formal aplicada a las organizaciones sociales: Aproximaciones teórico-prácticas. Educación, 34(1), 101-118


Por: María Fernanda López, Mónica Madrigal y Meliza Quirós.