Por M° Fernanda López, Mónica Madrigal, Meliza Quirós
Oprimidos cuando…
No somos libres, nos dicen qué hacer, nos dicen cómo actuar, callan nuestra voz, no nos escuchan, se nos aísla de la realidad, se nos educa para obedecer, nos educan para consumir, se nos impone un “destino”, se nos niega la oportunidad de ser, se nos niega la oportunidad de amar, se nos niega la expresión de nuestros sentimientos, se nos niega la oportunidad de tomar nuestras propias decisiones, se nos enseña a odiar a los (as) demás y a nosotros (as) mismos (as).
Opresores cuando…
Creemos saber lo que es mejor para las otras personas, sin consultarles, nos creemos mejores o superiores que los (as) demás, imponemos nuestras acciones, imponemos nuestras ideas, luchamos en contra de los derechos de las personas.
No existe un solo día en el que no estemos bajo esta dinámica opresores-oprimidos, incluso desde antes de nuestro nacimiento ya la posición que ocuparíamos en este mundo estaba dibujada. Las expectativas que nuestros padres/madres tenían de nosotros (as) definitivamente se vieron permeadas por hechos como: su condición económica, si eran profesionales o no, el lugar en el que habitaban, entre otros.
No es lo mismo nacer en una familia clase media, en una familia adinerada, o en una familia que habita en una zona “atención prioritaria”. No es lo mismo ir a una escuela privada que ir a una escuela pública. Y no por tener acceso a la “educación” significa que todas las personas van a tener las mismas posibilidades a nivel académico, o en la vida en general.
La educación es una práctica de dominación, que responde a intereses claros. Se está educando a los (as) niños (as), principalmente a aquellos (as) que asisten a centros educativos públicos, para vivir una vida de opresión. De acuerdo con Najmanovich, la configuración vincular asimétrica entre estudiante-docente, no tiene que ver con otra cosa que con un sentido adultocéntrico, donde el estudiantado viene siendo un “consumidor pasivo o un mero receptáculo” (2015, p.24), en lugar de sujeto (a) productor (a).
Freire (s.f) en concordancia con lo anterior menciona: “…la narración los transforma en “vasijas”, en recipientes que deben ser “llenados” por el educador. Cuando más vaya llenando los recipientes con sus “depósitos”, tanto mejor educador será. Cuanto más se dejen “llenar” dócilmente, tanto mejor educandos serán (p.51).
En el Estado de la Educación (2015) se señala cómo la evaluación continúa basándose en exámenes que intentan medir el conocimiento que poseen las (os) estudiantes sobre los contenidos curriculares, sin fomentar habilidades como el análisis, el trabajo en equipo, la comunicación, entre otras.
Es decir, se nos forma como sujetos acríticos, ya que no es negocio formar personas que discutan contra el sistema, el cuestionamiento se rechaza porque irrumpe con la estabilidad imperante.
Vygotski desde los años 30 criticaba estas dinámicas, y las reconocía como vicios de la educación, para él, el hecho de que la figura docente expusiera un tema a los estudiantes sobre cual debían desarrollar copias fieles, era un claro ejemplo de cómo guiar el aprendizaje de forma errónea, y explicaba que el problema radica en el que los temas abordados resultan ajenos a la situación social de desarrollo de los (as) estudiantes, al no despertar su imaginación ni sus sentimientos (Rodríguez, 2010).
¿Pero por qué será que la educación está tan desligada de la realidad de los (as) niños (as) y jóvenes costarricenses? Una posible respuesta se puede encontrar en las palabras de la actual Ministra de Educación, Sonia Marta Mora, quien en abril del presente año mencionaba muy orgullosa: “Nuestras orientaciones estratégicas tienen como columna vertebral temas fundamentales de la agenda internacional, lo que reafirma el trabajo que estamos desarrollando desde el Ministerio de Educación Pública” (https://www.facebook.com/Sonia-Marta-Mora-708847695846233/?fref=ts).
En nuestro país la realidad se esconde, lo que es considerado “malo” se aparta, se margina. En lugares como Metrópolis, San Juan y Loma Linda de Pavas, por ejemplo, las personas se encuentran atrapadas, atrapadas entre el abandono de un país y las drogas. “Tierra de nadie” dicen algunos (as), pero ¿cómo llegó a convertirse este lugar en una zona de narcotráfico? ¿acaso esas personas son “nadie”?
Pues no, resulta que son víctimas de un sistema desigual, a las cuales la droga todos los días arrebata vidas de seres amados, porque más allá de ser “delincuentes” o vendedores de droga o “drogadictos” son seres humanos, madres, padres, tíos (as), hermanos(as), hijos(as), sobrinos (as).
Además, existen en estos tres lugares muchas personas que tan solo desean un lugar tranquilo en el cual poder vivir, una noche de descanso sin miedo a que sus hijos (as) vayan a morir por una bala perdida, una oportunidad para que sus hijos (as) puedan terminar sus estudios y alejarse de las drogas.
Se les ha despojado de toda oportunidad, se les segrega, se les ignora, esta es una realidad escondida, aquella que no los medios de comunicación casualmente deciden no mostrar, una realidad de la que nadie habla; porque lo que no se menciona no existe, no se conoce.
Al caer en la otredad, y depositar en estas personas todo aquello que no queremos, se cae en lo expuesto por Galeano (1998):
En un mundo que prefiere la seguridad a la justicia, hay cada vez más gente que aplaude el sacrificio de la justicia en los altares de la seguridad. En las calles de las ciudades, se celebran las ceremonias. Cada vez que un delincuente cae acribillado, la sociedad siente alivio ante la enfermedad que la acosa. La muerte de cada malviviente surte efectos farmacéuticos sobre los bien-vivientes.
Con actos como estos nos estamos olvidando de quiénes realmente son los oprimidos, y quiénes los opresores. No basta con castigar a una persona, el problema no cambiará a menos de que se aborde desde su origen.
¿Pero cómo visibilizar esta situación? ¿Cómo realizar acciones que realmente generen un impacto positivo? Porque como dice Freire (s.f) no basta con darse cuenta de la situación opresor-oprimido, no basta con quedarse ahí, se debe recurrir a la acción. La solución que él propone, es una pedagogía crítica, pero en la actualidad los(as) docentes no cuentan con esta formación.
Una docente en una escuela en Tirrases, otra zona de “atención prioritaria”, decía: “pero si son todos unos criminales, aquí la vida de uno corre peligro” haciendo referencia a los adolescentes de la comunidad, y sobre las niñas de sexto grado afirmaba sin ninguna duda: “pero sí ya es una moda salir embarazada en sexto grado”; depositando de esta manera toda la responsabilidad sobre estas niñas, perdiendo de vista las verdaderas causas de esta problemática, entre estas el abuso sexual y además, convirtiéndose en opresora de sus estudiantes.
Este tema es muy amplio, y queda mucha discusión por delante, sin embargo, este es un intento de develar esa realidad, de nombrarla.
Finalmente, vale la pena cerrar esta reflexión, con algunas interrogantes que surgen a partir del significado que Freire (s.f) le otorga a la liberación. Para él, liberarse significa que no se es ni opresor ni oprimido y explica que “es un parto doloroso” (p.29).
¿Acaso no es dolorosa la realidad?
¿Quién es 100% libre?
¿Será posible llegar a ser completamente libre?
Referencias Bibliográficas
Estado de la Nación. (2015). Quinto Estado de la educación en Costa Rica. Recuperado de: http://www.estadonacion.or.cr/educacion2015/
Freire, P. (s.f). Pedagogía del Oprimido.
Galeano, E. (1998). Patas Arriba: La escuela del mundo al revés. Madrid: Siglo XXI España Editores, S. A.
Mora, S. (2016, abril 21). Educación CELAC. [Actualización de estado de Facebook]. Recuperado de https://www.facebook.com/Sonia-Marta-Mora-708847695846233/?fref=ts
Najmanovich, D. (2015). El cambio educativo: del control disciplinario al encuentro comunitario. Recuperado de: https://www.dropbox.com/s/bczq6lbw6482uri/Libro%20completo_La%20transformaci%C3%B3n%20educativa-%20Entregado.pdf?dl=0
"Opresor-Oprimido"... suena casi a una relación eufemística de términos que hace referencia a algún proceso de selección natural darwiniana. Me parece que como colectivo la humanidad no ha logrado salirse de un estado civilizatorio básico en el cual la sociedad se mueve gracias a las relaciones de poder.
ResponderEliminarDesde la antigüedad nuestros antepasados desarrollaron la capacidad de juntarse en grandes grupos humanos y mejorar las condiciones de vida de todas las personas del colectivo a través de invenciones técnicas. Edificios públicos, alcantarillado, carreteras, medios de transporte, etc., son la marca de la civilización. Lo son también la leyes para regular la convivencia y el comportamiento. Pero si prestas atención a ellas, todas están hechas para limitar el impulso de poder de un individuo sobre el otro.
Poco se ha avanzado en garantizar que esas leyes no sean necesarias. La mayoría de las personas en este planeta viven bajo la sombra de algún juego de poder a nivel familiar, comunitario, nacional, regional o mundial. La tarea es ardua si se quiere abordar el tema de romper con esa relacion de opresor-oprimido, tanto así que uno hasta se pregunta si es posible.
Lo cierto es que hace 10mil años habían colectivos humanos y ninguno se imaginaba que su progenie llegaría al estado técnico y de sofisticación civilizatoria que tenemos en este momento. Yo creo firmemente que aunque tomen otros 10mil años la humanidad tiene la capacidad para convertir sus motivaciones y dejar de vivir por el poder, para comenzar a vivir por el bien común.
Por el momento, me concentro en este parche de tiempo que tengo y trataré desde mi humilde parcela de cultivo de mentes de encaminar a quienes tengo a mi cargo para que esa visión se difunda. Creo que nada más se puede hacer por el momento más que seguir adelante como hormiga haciendo lo que uno cree correcto.